En nuestra sociedad el trabajo es casi siempre una relación social.
Uno trabaja con otros, en una empresa, en un colegio.
Para otros, uno es "empleado", "usado", que no casualmente es su sinónimo.
Otros trabajan para uno, uno es "empleador", "usador".
El producto del trabajo es para otros.
Lo que compramos está hecho por otros.
Es muy raro que el trabajo sea solamente lo que hago yo para mí. El otro está siempre presente en el trabajo y cuando el otro está entramos en el horizonte de la ética:
¿CÓMO ME COMPORTO? ¿QUÉ RESPONSABILIDADES TENGO?
Me gustaría hablar entonces sobre nuestro comportamiento y responsabilidades ante algunas situaciones.
Conocemos algunas de las condiciones en las que trabaja mucha gente:
- EN NEGRO
- EXCESIVAS HORAS
- SUELDOS MUY BAJOS
- MAL TRATO
- TRABAJO PELIGROSO
Todas estas condiciones tienen como contracara que otra persona obtenga un beneficio: más dinero.
No es un problema "del gobierno" y "los empresarios", es decir, algo lejano a nosotros, que solo podemos mirar desde lejos y lamentarnos "¡qué barbaridad!".
Aunque nos pueda parecer lejano y fuera de nuestro ámbito, todos nosotros directa o indirectamente contribuimos a apoyar y mantener estas condiciones de trabajo de millones de personas. Veamos de qué maneras.
1) COMO EMPLEADORES: intentando obtener los máximos beneficios a cualquier costo, no sólo en una empresa, sino por ejemplo cuando contratamos a alguien para que limpie y cocine en nuestra casa.
¿Estamos dispuestos a pagar un salario más alto aunque eso signifique resignar el poder comprar el último modelo de celular? ¿Nos vamos a aprovechar de la situación de una persona que no tiene otro remedio que aceptar el trabajo de limpiar el baño de una casa ajena, para pagarle lo menos posible?
2) COMO CONSUMIDORES: Dedicamos gran cantidad de tiempo y de trabajo en averiguar qué ropa está de moda, cuál es el mejor destino para ir de vacaciones y con qué vino combina mejor tal comida.
¿Por qué no averiguar bajo qué condiciones se fabrica la ropa que compramos, cómo afecta el turismo a las economías originarias de los lugares donde vacacionamos, cómo viven los que cosechan las uvas con las que se hac el vino que tomamos?
De las cosas que compramos ¿Por qué no exigimos que estén fabricadas por trabajadores bien pagos, en condiciones adecuadas?
¿Por qué estamos dispuestos a pagar más por el mismo producto de una marca que por el producto de otra basándonos solamente en el prestigio del mismo y no en cómo una u otra empresa trata a sus trabajadores?
¿Por qué no compramos tapados de piel si involucra la muerte de un animal, pero sí compramos ropa donde está en juego la vida de las personas?
Algunas de las conocidas marcas de ropa que están denunciadas en la justicia por contratar talleres con trabajadores en situación de semi-esclavitud son:
Mimo, Gabucci, Kill, Tucci, Chocolate, Martina Di Trento, Yagmour, Ona Saez, Cueros Crayon-Cueros Chiarini, Claudia Larreta, Portsaid, Awada-Akiabara, Normandie-Nmd, Muaa, Puma, Topper, Adidas, Duffour.
3) COMO CIUDADANOS: cuando no ejercemos presión política ninguna para que no se repriman las protestas legítimas de los trabajadores. Cuando no nos interesa informarnos sobre lo que está pasando, ni elevar nuestra voz para que no suceda.
Un ejemplo de nuestra desinformación es la situación de los ajeros de Mendoza, que relató hace poco Osvaldo Bayer en los siguientes términos.
"Son los más ignorados de estas tierras, e informé cómo se rebelaron porque la gigantesca empresa rural Campo Grande, de Adrián Sánchez, no depositó los descuentos jubilatorios durante doce años. Esas mujeres y hombres de manos como raigambres y ajadas hasta el extremo decidieron la protesta, formaron una columna frente a la enorme propiedad rural. Allí fueron desalojados por orden de la fiscal de turno Liliana Giner, en algo habitual en la historia mundial de los desposeídos: no se detuvo a los patrones estafadores del bolsillo humilde sino que se apaleó a los eternamente estafados. Los palos uniformados de la Justicia argentina fueron dados con todo gusto. Hubo rostros ensangrentados de obreras embarazadas y cabezas y espaldas apaleadas como bolsas. Esto fue en noviembre pasado. Ahora se informó que acaba de morir uno de los que levantaron la voz de protesta. El delegado Juan Carlos Erazo, en el hospital donde estaba internado por los golpes recibidos hace más de cuatro meses, perdió la batalla para siempre. Juan Carlos Erazo. Por algo será. Por protestar; el arma eterna de los proletarios. Sí, era pobre, y eso hay que tenerlo en cuenta cuando se sale a la calle. Pobre que protesta, pobre que la paga caro. La empresa no reincorporó a los delegados despedidos. No cumple la orden de blanquear la empresa con toda la peonada en negro."
¿Qué responsabilidad nos cabe en esto? Como mínimo informarnos. Si estas cosas pasan y se permiten y siguen pasando, es porque nadie dice nada. A los trabajadores pobres se les pega porque a nadie le importa. Y eso es lo que duele.
lunes, 9 de junio de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)